EL LUNES 11 DE ENERO DE 2016 FALLECIÓ CAYO AYALA, EL GRAN DIRIGENTE SINDICAL DE LOS OBREROS NAVALES.
Íntegro, intachable y combativo, riguroso con las patronales y fraternal con sus compañeros y amigos, el legendario Secretario General del no menos legendario SAON (Sindicato Argentino de Obreros Navales) supo librar batalla contra los más pérfidos representantes de la antipatria y del empresariado antinacional.
Ayala empezó a hacerse conocido cuando desde la también legendaria CGT de los Argentinos presentó las primeras batallas contra la dictadura oligárquico-imperialista de Onganía-Levingston-Lanusse.
El SAON fue uno de los puntales más firmes en esos combates que combinaban la lucha por la justicia social, por la soberanía popular (el candidato de las mayorías, el General Perón, no podía presentarse a elecciones y estaba en el exilio), y la democracia política en general (desde 1966 ni siquiera regía la Constitución reformada de 1957).
La dictadura de Martínez de Hoz y Videla lo encontró en la Comisión Nacional de los 25, desde donde se dieron (siempre desde la clase trabajadora...) los primeros contraataques de masas del pueblo argentino contra el régimen siniestro del 76.
Cuando Saúl Ubaldini empezó a dirigir la CGT Brasil, allí estuvo otra vez Cayo, luchando contra la deuda externa y los 26 puntos de la CGT, programa que hubiera sido excelente haber visto en práctica a partir de 2003. El menemato lo encontró, como no podía ser de otra manera dados sus antecedentes, del lado de los patriotas consecuentes, entre los cuales descolló como uno de los más duros.
Se nos va con él uno de los últimos representantes de las mejores conducciones que tuvo históricamente el movimiento obrero argentino. Duros golpes en lo personal se deben de haber sumado al espectáculo repugnante de esta Argentina entregada para acelerarle la partida.
El mejor homenaje que podemos hacerle a este gran compañero, que junto a su hijo supo compartir trincheras y tribunas con los socialistas de la Izquierda Nacional y cultivar una amistad indoblegable con Jorge Enea Spilimbergo, es seguir su ejemplo.
Hoy, si las tabas le hubieran dado, estaría en la primera línea de fuego contra los usurpadores seudo-democráticos que se encaramaron al podio gubernamental para convertir a la Argentina en tierra arrasada.
HONREMOS SU MEMORIA EMPUJANDO AL MACRISMO AL ABISMO INFERNAL DEL QUE JAMÁS HUBIERA DEBIDO SALIR.
Íntegro, intachable y combativo, riguroso con las patronales y fraternal con sus compañeros y amigos, el legendario Secretario General del no menos legendario SAON (Sindicato Argentino de Obreros Navales) supo librar batalla contra los más pérfidos representantes de la antipatria y del empresariado antinacional.
Ayala empezó a hacerse conocido cuando desde la también legendaria CGT de los Argentinos presentó las primeras batallas contra la dictadura oligárquico-imperialista de Onganía-Levingston-Lanusse.
El SAON fue uno de los puntales más firmes en esos combates que combinaban la lucha por la justicia social, por la soberanía popular (el candidato de las mayorías, el General Perón, no podía presentarse a elecciones y estaba en el exilio), y la democracia política en general (desde 1966 ni siquiera regía la Constitución reformada de 1957).
La dictadura de Martínez de Hoz y Videla lo encontró en la Comisión Nacional de los 25, desde donde se dieron (siempre desde la clase trabajadora...) los primeros contraataques de masas del pueblo argentino contra el régimen siniestro del 76.
Cuando Saúl Ubaldini empezó a dirigir la CGT Brasil, allí estuvo otra vez Cayo, luchando contra la deuda externa y los 26 puntos de la CGT, programa que hubiera sido excelente haber visto en práctica a partir de 2003. El menemato lo encontró, como no podía ser de otra manera dados sus antecedentes, del lado de los patriotas consecuentes, entre los cuales descolló como uno de los más duros.
Se nos va con él uno de los últimos representantes de las mejores conducciones que tuvo históricamente el movimiento obrero argentino. Duros golpes en lo personal se deben de haber sumado al espectáculo repugnante de esta Argentina entregada para acelerarle la partida.
El mejor homenaje que podemos hacerle a este gran compañero, que junto a su hijo supo compartir trincheras y tribunas con los socialistas de la Izquierda Nacional y cultivar una amistad indoblegable con Jorge Enea Spilimbergo, es seguir su ejemplo.
Hoy, si las tabas le hubieran dado, estaría en la primera línea de fuego contra los usurpadores seudo-democráticos que se encaramaron al podio gubernamental para convertir a la Argentina en tierra arrasada.
HONREMOS SU MEMORIA EMPUJANDO AL MACRISMO AL ABISMO INFERNAL DEL QUE JAMÁS HUBIERA DEBIDO SALIR.
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