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Bolívar y la Unidad Latinoamericana

Por Hugo A. Santos

Si existe una figura que ha crecido enormemente en el reconocimiento público en América Latina, ese es Hugo Chávez, presidente de Venezuela; país que desde hace unos años casi a diario es noticia. Hugo Chávez, y el movimiento que encabeza, se reconocen como bolivarianos y en sus discursos, es permanente la mención a Simón Bolívar. Muchos conocemos a este patriota latinoamericano a través de la famosa entrevista de Guayaquil, donde se encontró con San Martín. Pero... ¿qué más sabemos de este personaje histórico? invocado continuamente, luego de casi dos siglos de su desaparición física.

Simón Bolívar nace en Caracas el 24 de Julio de 1783, hijo menor de don Juan Vicente Bolívar y Ponte y de María de la Concepción de Palacios, ricos criollos aristocráticos, denominados mantuanos. Sus hermanos son Juan Vicente, Juana y María Antonia Sus antepasados por el lado paterno se encontraron entre los primeros en llegar a Venezuela en el año 1559, y todas las generaciones de la familia habían colaborado activamente con la Corona, tanto en el campo militar como en el administrativo. Su riqueza provenía de la tierra, una mina de cobre y muchos esclavos. Bolívar pierde a su padre a los tres años ya su madre a los nueve. Era un niño rebelde, que ni los mejores maestros de Caracas pudieron "domesticar". Luego fue encomendado a un preceptor, Simón Rodríguez, un personaje genial y extravagante que le infunde los ideales de la Ilustración, en especial de Rousseau. Pero Rodríguez debe huir al descubrirse un complot del que participaba. Sus tíos, para sacárselo de encima lo envían primero a la milicia y luego a España en 1799, a la corte, donde su tío Esteban Palacios estaba instalado.

En España llevó una vida alegre y disipada, que sólo interrumpió su cambio de residencia, con el marqués de Ustáriz, donde conoció a María Teresa de Toro y Alayza, la hija de un noble venezolano, mayor que él.

Bolívar, que entonces contaba diecisiete años, se enamoró y la pidió por esposa. Luego de una breve estadía en Francia, para huir de un incidente grave que protagonizó, se casaron en mayo de 1802 y juntos volvieron a Venezuela. Una vez de regreso a la patria se ajustó a una vida absolutamente normal, ocupándose de sus asuntos, reasumiendo su puesto en la sociedad de Caracas y preparándose un futuro según las buenas tradiciones. Parecía estar muy satisfecho de todo y conservaba un grato recuerdo de España. Muy pocos habrían previsto entonces que este criollo gentilhombre produciría un día tanta agitación y llevaría a la independencia una parte tan grande de América española y que se convertiría, además, en un gran orador y escritor, dotado de una visión del futuro muy realista.

No había transcurrido aún un año desde su regreso cuando su mujer murió en enero de 1803, sin que hubieran nacido hijos del matrimonio. Bolívar se sintió tan perturbado que no pudo soportar la permanencia en Venezuela, donde había muy poco que pudiera interesarle; juró que no volvería a casarse, ya menudo fue presa de un sentimiento de desolación. Para olvidar, y también por los buenos recuerdos que tenía de España, decidió volver inmediatamente. Cuando llegó a España encontró pronto la manera de aliviar su desesperación; tenía veinte años y aún le gustaba gozar de la vida. No tardó en redescubrir el placer de las compañías femeninas, y si bien permaneció fiel a la promesa de no volver a casarse, parece ser que tuvo no pocas amantes bellas y despreocupadas. Gozaba del lujo y de las fiestas de Madrid, sin mostrar ningún remordimiento por haber dejado Venezuela, como tampoco ningún apuro por retomar. De Madrid pasó a París, donde se encontró con una prima lejana, Fanny du Villars, con laque vivió como amante y confidente, y mediante la cual conoció a varias personalidades de la sociedad parisina. Todos estos aspectos de su vida no corresponden al prototipo de héroe al que estamos acostumbrados: esos seres cuya conducta se vuelve inalcanzable, imposible casi de imitar y, por lo tanto, irreal. Pero es más auténtica.

París constituyó una etapa importante en su vida. Bolívar comenzó a hablar de ideas progresistas, de republicanismo y de libertad, de los derechos del hombre y de democracia, argumentos que empezaron a aparecer cada vez más frecuentemente tanto en sus conversaciones como en sus cartas. Ya creía firmemente en algunos de esos principios y se convirtió en un ferviente admirador del sistema político norteamericano e inglés. No aparecía la liberación de América española y no se vislumbraba ningún odio por España; se trataba aún de impostaciones teóricas, sin que existiera un plan o fin al cual aplicarlas. Posiblemente en sus charlas con Humboldt, vuelto de la América latina en 1804 comenzó a desarrollar aquella posibilidad.

Es evidente que la influencia ejercida por Humboldt sobre Bolívar fue notable, pero probablemente fue la figura de Napoleón la que lo impresionó más en aquellos días. Su nombre aparecía con frecuencia en las conversaciones y en los escritos del libertador; y muchos de sus amigos y defensores señalan la influencia que el emperador de los franceses ejerció sobre su vida y sus acciones. No se había interesado especialmente en las acciones bélicas del gran corso, pero se sintió muy impresionado por otros sucesos napoleónicos, tales como el Código, y luego se sentiría fascinado y atraído por la veneración y adulación que Francia manifestaba por su nuevo líder.

En 1805, Simón Rodríguez llegó a París, fue a visitar a su antiguo alumno y se alarmó al ver las malas condiciones de salud de Bolívar, fruto de una vida irregular y desenfrenada. Decidió conducir a su protegido en un viaje del tipo rousseauniano, a pie a través de Italia, con el solo propósito de admirar las bellezas naturales y conversar de cualquier cosa que se les ocurriera. Bolívar aceptó la propuesta y partieron inmediatamente. Los dos viajeros llegaron a Italia en 1806. Bolívar se detuvo a observar el espectáculo de Roma a sus pies y se sintió abrumado por la cantidad de memorias que el lugar evocaba. Fue entonces cuando hizo aquel voto, a cuyo cumplimiento debió dedicar toda su vida: "Juro ante ti, por el dios de mis antepasados, y el honor de mi patria, que no daré reposo ni a mi cuerpo ni a mi espíritu hasta que no haya roto las cadenas de España". A comienzos de 1807, finalmente Bolívar partió para Venezuela y hacia la liberación de América Latina.

Llegó el año 1808 y el sueño de Bolívar comenzó a tomar cuerpo lentamente; muchos pensaban que había llegado el momento de rebelarse ante España. ¿Por qué? ¿Qué era lo que hacía pensar que aquel fuera el momento oportuno? Napoleón había invadido España y había puesto en el trono a su hermano José, pero los españoles se habían levantado en favor de Fernando VII, quien había caído prisionero en Francia. En su ausencia, los españoles organizaron varias juntas para gobernar en su nombre, con la condición de que a su retorno el rey promulgase reformas de tipo iluminista y asegurara la institución de una representación popular. La situación era extremadamente confusa, y resultaba difícil saber quién gobernaba realmente; algunos funcionarios permanecieron fieles al rey, otros aceptaron a Bonaparte, muchos no tomaron una posición definida.

Las noticias de la situación llegaron a Caracas, provocando gran agitación. Los funcionarios españoles no sabían a qué gobierno obedecer, mientras que la mayoría, fiel al rey, los acusaba de traición. Desde el año anterior muchos criollos ricos habían comenzado a transformar su insatisfacción y desilusión en demandas precisas, y parecía que ahora había llegado el momento de pasar a la acción. Sin embargo, la ciudad estaba lejos de la armonía; los conservadores se mostraban favorables a mantener la situación tal cual estaba, los extremistas deseaban una independencia completa y los moderados optaban por la institución de una junta que gobernara en nombre del rey. Pero todos estaban de acuerdo en un punto: si los españoles habían asumido el control de sus asuntos, ¿por qué no iban a poder hacerlo los venezolanos?

Es en este punto en que Bolívar se convierte en el jefe de un grupo revolucionario, uno de los más radicales, que apoyaba la formación de una junta independiente, y mientras pocos se mostraban favorables a solución tan extrema, ninguno lograba encontrar un gobierno en España que fuera aceptable. Finalmente en 1810, bajo la presión popular, el capitán general se retiró y la junta de la ciudad se vio libre para formar un gobierno. La nueva junta de Caracas fue muy moderada, formada por ricos criollos partidarios sólo de libertades muy limitadas y siempre fieles al rey; en conjunto, se trató de una facción dispuesta a pequeños cambios que no logró el control de la campaña que rodea a Caracas, donde la gente estaba aún dividida entre realistas y grupos de patriotas. Los más pobres, en su mayor parte, se habían desinteresado de lo que acontecía, y nadie tenía en cuenta sus problemas y sus deseos.

Así comenzó la liberación de Venezuela, sin un inicio particularmente favorable y sin que el peso de Bolívar en los sucesos fuera decisivo. La Junta decidió buscar ayuda en Europa, especialmente en Inglaterra, pero no tenía los medios para enviar aun representante; Bolívar ofreció sus servicios y fue enviado inmediatamente a Gran Bretaña como representante de su gobierno. Recibió órdenes muy precisas: no debía hablar de independencia absoluta, y tampoco encontrarse con Miranda, para no promover una verdadera y real revolución. La misión londinense dio comienzo a su carrera política, comienzo discutible ya que Bolívar se mostró ineficaz como diplomático, aparte de poco propenso a obedecer órdenes.

La revolución burguesa que había triunfado en Francia con los jacobinos y que había sido derrotada en España por la tenaza de hierro de los franceses y de Fernando VII, no podía reproducirse en la América rebelde sin afectar profundamente la estructura social establecida por la España absolutista: en primer lugar, por la abolición de la esclavitud y por la igualdad social de las razas. El contenido social de la revolución era la condición preliminar para impulsar las reivindicaciones nacionales contra los españoles. Bolívar repitió, en la primera etapa de su lucha, el error fatal de su antiguo jefe Miranda: mantener la quimera de una República Abstracta, cara a los mantuanos y que consistía en romper el yugo político de España sin despojarse de su hegemonía social sobre las "castas infames". La crisis española se transforma en Venezuela en guerra civil, antes que en revolución de la Independencia.

Durante siete años, desde 181O a 1817, los patriotas mantuanos representan las clases criollas privilegiadas, opuestas a las masas de llaneros, esclavos y plebe de color que, al mando de jefes españoles, que les han prometido la "libertad de clase", desdeñan la "libertad nacional". Los primeros años de la Independencia presencian así una sangrienta lucha de clases enmascarada de lucha de razas. La ferocidad distingue a los dos bandos. Los hombres de los llanos, gauchos de Venezuela, constituyen una fuerza irresistible. Es la mejor caballería a lanza que cuenta América: los aristócratas criollos son arrollados.
Su jefe es Boves, un asturiano rubio e implacable, antiguo contrabandista y ex presidiario, traficante de ganado de los llanos, elevado rápidamente en el caos de los jinetes al rango de caudillo. Además, entregaba las propiedades y bienes de los blancos ejecutados a sus combatientes zambos, pardos, negros y mestizos, y ascendía a las altas jerarquías militares a sus más rudos soldados.
Esta lucha concluye con la derrota total de Bolívar y su fuga a Jamaica y Haití.

Haití, colonia francesa, fue sacudida por la Revolución Francesa. La esclavitud fue abolida. Toussaint Louverture, un antiguo esclavo negro funda la independencia haitiana. Con la llegada de Napoleón al poder, la situación se revierte: son enviadas tropas francesas para aplastar la revolución y restablecer la esclavitud. Se lucha encarnizadamente. Toussaint Louverture se rinde, es enviado a Francia y muere misteriosamente en prisión. Nuevos líderes surgen para continuar la lucha. Son exterminados los blancos franceses, con lo que la tierra queda en poder de los independentistas. Haití se divide en dos: la República del Norte, liderada por Christopher, que restablece el latifundio y la esclavitud; y la República del Sur, liderada por Alejandro Petión, que dividió las tierras entre la población y estableció un Estado agrario democrático, donde la constitución establece la enseñanza pública y gratuita.

Gracias al apoyo decisivo brindado por Petión a sus proyectos, el fracasado Bolívar puede regresar de Jamaica a Venezuela al frente de una nueva expedición militar. Pero en el tratado firmado entre el Presidente Petión y Simón Bolívar en febrero de 1816, se establecía claramente que a cambio de esta ayuda en hombres, víveres, naves y armas, Bolívar se comprometía solemnemente a abolir la esclavitud en el mismo momento de pisar Tierra Firme. El ex esclavo no sólo brindaba al futuro Libertador los elementos materiales de la lucha, sino hasta el punto capital de su programa. Al desembarcar en tierra venezolana, Bolívar cumple su promesa el 2 de junio de 1816, declarando la liberación de los esclavos y su incorporación al ejército libertador.

Sin embargo Bolívar se enfrentó a la oposición de los diputados, que optaron por la extinción paulatina de la esclavitud. Los diputados esclavistas de la Independencia pretendían educar a los esclavos a ser hombres libres, para libertarlos después, en lugar de libertarlos para hacerlos simplemente hombres. Esta devoción educativa les permitía a los legisladores liberales exponer al mundo sus luces y continuar explotando indefinidamente carne humana. También los sarmientinos en la Argentina deseaban " educar al soberano " antes de otorgarle sus derechos, afectando ignorar que el pueblo no se educa sin su real ejercicio. Aún siendo parcial, la abolición de la esclavitud operó milagros en el orden militar, aunque menos que el profundo carácter reaccionario de la política puesta en práctica por las tropas procedentes de la península. Porque al regresar Bolívar de Haití mediante la ayuda del presidente negro Petión, en la situación española se había operado un vuelco decisivo. A comienzos de 1814 se había restablecido en España el absolutismo de Fernando VIl con la caída de Napoleón y la victoria de la Santa Alianza. El rey desconoció la Constitución de 1812, fusiló a los mejores generales y oficiales de la guerra nacional contra Francia y declaró "el principio de que los años transcurridos desde 1808 a 1813 debían darse como no existentes”

Su actitud hacia las colonias americanas fue la que correspondía a esa política absolutista. Envió 10.000 soldados al mando del general Morillo a Venezuela. Ahí lo esperaba Morales, el sucesor de Boves, al frente de 5.000 Ilaneros.
Morillo incurrió en el error fatal de despreciar a esa caballería andrajosa que había reconquistado para el Rey una rica provincia y los licenció. La relación íntima y recíproca de la revolución en España con América se manifestó una vez más y ahora de manera decisiva. Las tropas del absolutismo habían llegado al Nuevo Mundo y evidenciaban el verdadero rostro del poder español.

Los antiguos llaneros y esclavos, muerto Boves, se desplazaron poco a poco hacia los ejércitos de Bolívar, ya que el ejército absolutista no estaba dispuesto en modo alguno a conceder el autogobierno de la plebe montada ni a tolerar sus radicales expropiaciones. Por el contrario Bolívar otorga a los Ilaneros la posibilidad de elevarse militar y socialmente en la lucha contra los absolutistas. De este modo, el Libertador encuentra por primera vez la base social y política para su lucha contra España de la que antes había carecido.

La segunda etapa de la guerra de independencia, entre 1817 y 1824, conduce a Bolívar de victoria en victoria. Atraviesa él también los Andes para liberar a Nueva Granada. Desde el comienzo el Libertador expresa en sus proclamas y en su correspondencia una idea central: la unidad latinoamericana. A medida que sus fulgurantes triunfos militares se sucedían, Bolívar comienza a llevar a la práctica sus grandiosos proyectos unificadores. Era una doctrina común en América Hispánica, desde los precursores.

Bolívar desconfía de los gobiernos representativos, aunque rechaza la monarquía, pues advierte que las formas democráticas tomadas en préstamo de Europa carecían del fundamento social que había en Europa y que no existía en América, esto es, del desenvolvimiento de las fuerzas productivas y de la "democracia económica" de la América del Norte. En tales condiciones, para Bolívar se imponía formar gobiernos centralizados, que acelerarían el progreso económico y social de los nuevos Estados.

La actual República de Colombia se denominaba durante el período colonial Virreinato de Nueva Granada. Su jurisdicción incluía la Audiencia de Santa Fe de Bogotá, las provincias de Panamá y San Francisco de Quito y la Comandancia de Caracas. Al día siguiente de la batalla de Boyacá, en el Congreso de Angostura de 1819, Bolívar propone reunir las provincias liberadas de Nueva Granada a las provincias de Venezuela. De este modo, Bolívar rebautiza al antiguo Reino y Capitanía con el nombre de Colombia, rindiendo con ello un homenaje a Colón.

La nueva y gigantesca república (unos 2.600.000 kilómetros cuadrados), incluía las actuales repúblicas de Colombia, Venezuela, Panamá y Ecuador. Se dividía en tres departamentos, Venezuela, Quito y Cundinamarca, con tres vicepresidentes y un presidente general, que era el mismo Libertador. Pero a pesar de los desvelos de Bolívar, será la burguesía comercial (exportadora e importadora), tanto la bogotana, como la caraqueña o la guayaquileña, la que llevará acabo las intrigas y complots para eliminar al Libertador y dividir a la Gran Colombia en su conformación actual. En esa lucha caerán muchos de los mejores oficiales bolivarianos, como el general Sucre.

Fue Santander ( vicepresidente por Cundinamarca) quien aprobó y firmó el tratado de comercio con Gran Bretaña, por el cual los ingleses reconocían a Colombia y se cobraban largamente el reconocimiento diplomático, como de costumbre. Los efectos del tratado y del empréstito británico del 30 de junio de 1824 pasaron desapercibidos en medio de la intranquilidad general reinante en América por las maquinaciones de Francia y otras potencias aliadas a España que acababan de reponer a Fernando VII en el trono de España. Bolívar desaprobaba interiormente dicho tratado, pero terminó aceptándolo por la necesidad del apoyo inglés y por la presencia de tropas inglesas, irlandesas y alemanas, que sumaban unos 6.000 hombres (desmovilizados después de la batalla de Waterloo, que buscan fortuna y gloria) y que peleaban junto alas fuerzas bolivarianas. Los términos del convenio sometían a Colombia al monopolio marítimo británico y a su industria, a una extinción radical.

Alejado San Martín de la lucha independentista, en Perú el partido realista, que influía en toda la alta sociedad, va a amenazar la libertad de la región. Luego de la sublevación de la guarnición argentina de la fortaleza de El Callao, son liberados los soldados españoles que avanzan luego hacia Lima. El Congreso Peruano se reunió y llamó a Bolívar, designándolo dictador y suspendiendo la vigencia de la Constitución. La mayor parte de las autoridades peruanas, entre ellas el presidente peruano Torre-Tagle se pasan a las filas españolas.

Sólo una serie de victorias militares, logradas gracias a los recursos traídos de Colombia, permitió a Bolívar sobrevivir: en agosto de 1821 la victoria de Junín le abría el acceso a la sierra; el 9 de diciembre de ese año, el general Sucre (que contaba con 29 años de edad), al frente de un ejército de colombianos, chilenos, peruanos y argentinos, derrota en Ayacucho al virrey La Serna, poniendo fin al dominio español en América. A Sucre lo acompañaba el intrépido general José María Córdoba quien lanza a sus hombres la famosa frase: " ¡División! ¡De frente! ¡Armas a discreción y paso de vencedores! ".
Tenía 25 años.. La gran victoria de Sucre resonó en todo el continente. En la ciudad de Buenos Aires los festejos duraron un mes, para espanto de la burguesía mercantil pro británica.

Al día siguiente de fundar Colombia, Bolívar puso en práctica su propósito de iniciar la Confederación de los nuevos Estados hispanoamericanos. La idea de reunirlos en un Congreso en el Istmo de Panamá cobró forma. Designó a don Joaquín Mosquera ministro plenipotenciario y encargado de negocios ante los gobiernos del Sur para gestionar el envío de representantes al Istmo. Las dificultades de transporte de la época y la suerte varia de la guerra arrastraron el proyecto desde 1821 hasta 1826, en que logró al fin realizarse la reunión. Bolívar se había despojado para esa época de toda ilusión de construir un gran Imperio hispano-criollo.

Luego de la firma del tratado con Perú, siguió Chile, donde O' Higgins se entendió perfectamente con Bolívar. El embajador colombiano Mosquera pasó de Chile a Buenos Aires. Aunque el general Martín Rodríguez desempeñaba la gobernación de la provincia, el político influyente en su gobierno era el célebre protoporteño Rivadavia. Éste recibió fríamente al enviado de Bolívar. Mosquera entregó a Rivadavia la carta de invitación al Congreso de Panamá y debió esperar un mes la respuesta, que no cubría las expectativas del embajador. Mientras tanto el enviado de Bolívar designa al Deán Funes como representante diplomático de Colombia ante el gobierno de Buenos Aires. Bolívar también encontrará en Manuel Dorrego una pluma que lo defenderá desde las páginas de El Argentino y El Tribuno.

Cuando Bolívar desde Pativilca envió una circular a los gobiernos ratificando su invitación para el Congreso de Panamá, el gobernador de Buenos Aires era el general Las Heras y su ministro, Manuel José García. Ambos se dirigieron al Congreso General Constituyente reunido en Buenos Aires para solicitarle una ley que autorizara al Poder Ejecutivo a designar dos representantes de Buenos Aires ante el Congreso. La ley fue rechazada, pero se autorizó la designación de dos representantes. Después del golpe de Estado parlamentario que permitió a Rivadavia proclamarse Presidente de una República ilusoria en 1826 sin el consentimiento de las provincias, éste designa a José Miguel Díaz Vélez, residente en el Alto Perú, como representante, pero finalmente no concurrió a Panamá.

El Congreso se instaló el 22 de junio y concluyó sus deliberaciones el15 de julio de 1826, bajo la agobiante acción de los mosquitos y la fiebre amarilla. Al mismo concurrieron Colombia, México, Perú y la República Centroamericana, que en la actualidad representan doce repúblicas. Los enviados de los EE.UU. no llegaron al Congreso y Gran Bretaña envió a Mr. Edward J . Oawkins para imponer condicionamientos a la confederación que se estaba gestando. El mismo día de la clausura del Congreso se firmó un Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua entre los cuatro Estados, al que podrían incorporarse los Estados restantes de América española si dentro de un año de su ratificación resolvían adherirse a él. Sin embargo, los países firmantes, tanto como los que no llegaron a enviar sus representantes, se encontrarán enfrascados en luchas intestinas que los desangrarán y que harán imposible sacar beneficios prácticos de dicho tratado.

El 8 de mayo de 1830, abrumado por las intrigas en su contra, Simón Bolívar se retira de Bogotá y parte al exilio. Su primera etapa es Cartagena, donde enferma gravemente al recibir la noticia del asesinato de Sucre. De allí se traslada a la isla vecina de Santa Marta, donde muere de tuberculosis el 17 de diciembre de 1830. Recién en 1843 sus despojos fueron llevados a Venezuela, como era su deseo. Pero hasta el fin él fue fiel a sus ideales y a su pueblo. Aún en el momento de morir afirmó que si su muerte conseguía la unidad y la estabilidad, se sentiría feliz de dar la vida por ello.

Hoy Bolívar anda entre los pueblos preparando la segunda y definitiva independencia. Por lo tanto es imperativo: reunir fuerza, esperanza y decisión en tomo al ideario bolivariano. Enarbolar con fuerza las banderas de la unidad, la solidaridad, la justicia y la libertad de los pueblos de Nuestra América, desde el Río Bravo hasta la Patagonia y retomar los hilos de la construcción de la Patria Bolivariana, así tendremos un nuevo polo de poder y equilibrio mundial frente al hegemonismo Imperial.

Ushuaia, Tierra del Fuego, Septiembre 2003

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